... me permito insertar:
El día 28 de
Febrero nos reunimos los habituales y algunos no habituales, con la falta de
alguno de los primeros, a la sazón doce más dos: Amparo, Guadalupe, Mª
Victoria, Marisa, Bernardo, Rodrigo, Esperanza, Manuel, Cristina, Mariola,
Mariam, Pedro I, y debutantes Sara y Pedro II, a los que deseamos fructífera
estancia entre nosotros.
Tras degustar el sabroso menú que nos
ofrece El Montico, pasamos a comentar el libro que tocaba: Los Asquerosos,
de Santiago Lorenzo.
Sinopsis:
Manuel
acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en
una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los
alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta
de que cuanto menos tiene, menos necesita. Un thriller estático, una versión de
Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto
«austeridad». Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los
que saben que esta sociedad está enferma. Santiago Lorenzo ha escrito su novela
más rabiosamente política, lírica y hermosa.
Santiago Lorenzo:
Nació un buen
día de 1964 en Portugalete, Vizcaya, España, Europa, la Tierra. el Universo.
Primero miró, luego observó, después filmó y ahora escribe. Este artista
pretecnológico de pulsaciones lentas (quizás por su corazón grande) vive a
caballo (o a autobús de varios caballos) entre Madrid y un taller que ha
elegido en una aldea de Segovia que podría servir para ejemplificar la
recurrente expresión “alejado del mundanal ruido”. Harto de los tejemanejes del
mundo del cine, decidió cederle sus ideas a esto de la literatura, por lo que
en 2010 publicó la novela Los millones (Mondo Brutto), uno de los libros del
año con un gancho cómico y un golpe más bien trágico: a uno del GRAPO le toca
la lotería primitiva; no puede cobrar el premio porque carece de DNI. Desde
entonces, ha escrito Los Huerfanitos, se ha deleitado con ábsides de catedrales
y ha continuado atacando los vicios de la sociedad de la única forma posible:
con la risa, el recurso de los hombres que gozan de una inteligencia libre de
presunción.
**
Con estos
ingredientes y las aportaciones de los tertulianos se obtienen, entre otras,
estas conclusiones:
A la mayoría
le ha gustado, sin embargo, todos han añadido “peros” y “aunques” en
abundancia.
Destacan:
excesivo vocabulario innecesario e inventado. Muy repetitivo… Critica el consumismo, pero a la vez se
aprovecha de él. Así como que hace un uso hipócrita de la soledad cuando se
aprovecha de los recursos de la sociedad. Lenguaje exagerado. Le sobran páginas
para contar lo que cuenta. Contradicción entre el primer capítulo y el resto en
cuanto a las relaciones de sociedad. Inverosímiles cantidades de actos que
lleva a cabo en el pueblo. Para llevar una vida de Robinson no hacen falta
páginas y páginas de “economía doméstica”. Le falta acción, y cuando aparece el
autor la ralentiza de forma que aburre. El tío es el narrador, pero a veces no
se sabe si quien narra es él o es Manuel.
A favor: El
final. Original la situación de Manuel. Es entretenido. Alguno ha empatizado
con el personaje. Escritura original.
En cuanto a
las acciones llevadas a cabo por Manuel contra sus vecinos ha habido disparidad
de criterios, pero prevaleciendo la negatividad de las mismas.
A la vista
de…. no sé qué valoración se le podría
dar.
En definitiva,
un debate plural como la vida misma. ¡Qué más se puede pedir!!
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Para la 23ª hemos
decidido probar con La leyenda del ladrón, de Juan Gómez Jurado.
“Nos trasladamos
a la Sevilla del S XVI”
Pedro Bragado
En estos días tan convulsos que vivimos realmente me estoy sintiendo "mochufa" como se dice en la obra "esos mendas que solo se creían el tiempo que les hacía encima si lo miraban por internet"
ResponderEliminarJaja...
Gracias Pedro por tu trabajo